lunes, 12 de enero de 2009

Viaje a Barcelona

He estado en Barcelona el fin de semana anterior a Reyes, entre el 2 y el 5 de enero. hacía casi 20 años que no pisaba esta ciudad. Había planificado una escapada fundamentalmente turística, quería perderme en el barrio gótico, hacer un recorrido por los edificios Gaudí y tener un breve encuentro familiar (tipo cena o así) y volver con las piernas cansadas y la mente despejada.

Pero nada ha salido como había pensado y ha sido ¡mucho mejor!. El viaje ha sido más emotivo que turístico sorprendiéndome el recorrido: una vuelta a mi infancia, a los lugares donde nací y viví, un re-encuentro con personas olvidadas y emociones guardadas. Un viaje interior con poca pierna y mucho corazón. Ahora en mi mente resuena la frase "osti tú, la Montse de Bilbao".

Nací en el barrio de Gracia de Barcelona, peculiar en sus edificios, sus calles, su gente, es un pueblo dentro de una ciudad con vida propia como puede verse en sus fiestas organizadas por los vecinos, su vecindad, sus comercios multiétnicos, internacionales y catalanes a la vez. Una muestra de algunos de los miradores que me gustaron.




Entrando por la calle de Santa Perpetua que sigue igual que siempre lo que evocó recuerdos profundos de correrías en la calle, el olor de un colmado que ya no existe, la señora mayor que siempre estaba en la ventana (de un bajo) y me daba miedo, llegamos a Pasatge Frigola, un callejón sin salida con algunos cambios pero manteniendo su aspecto original donde jugaba sin peligro porque sólo entraban los coches de los vecinos.

La puerta de entrada de la casa donde nací (soy lo suficientemente vieja como para haber nacido en un colchón, no en una camilla hospitalaria).

Las escaleras de la casa donde viví y donde corría y me deslizaba como un tobogán. Su olor ha evocado recuerdos de las risas y las vecinas gritando "¡si us plau, aquestas nenas, que vagin al carrer!"

Pero sobre todo, un encuentro con personas que me han llegado al corazón, que me han recibido como si los años no hubieran pasado y me han hecho sentir en casa.

Para finalizar el viaje con mi recién estrenada cámara de fotos regalo del Olentzero, un homenaje a Gaudí