Últimamente estoy que no llego a todo. El tiempo se queda pequeño, los minutos son segundos y las horas minutos. De esta guisa los días apenas tienen unas pocas horas, de las que libres ni una.
Digo esto porque estoy en uno de esos momentos de mi ajetreada vida que se me acumula el trabajo, de todo tipo.
Por un lado, mi casa ha puesto en práctica un capítulo de Hospital Central emulando una

epidemia de gripe feroz que nos ha tumbado a todos. La única diferencia con la ficción y mi casa es que todos los personajes hacíamos todos los papeles, osea, de enfermos, de médicos, de enfermeras, de recepcionistas, de personal de limpieza, etc. Vamos que ha sido de lo más entretenido sobre todo para los virus que se han paseado por el plató como dueños que son de la situación y están intentando hacer una reposición del capítulo dada la audiencia sublime que han tenido entre sus congéneres. Ante esta situación me he tenido que poner en contacto con el sindicato de actores para pedirles medidas antibióticas eficaces para evitar otro episodio de Hospital Central, que con uno ya vale.
Luego está el tema del curro, que después de estar unos días de baja felizmente alejada de la realidad de Consultec, he vuelto para preparar la auditoria de calidad que tengo la semana que viene (y yo con las ojeras hasta los codos, media familia aún en cama, la nevera vacía y la plancha por hacer) y me encuentro que todo está patas arriba (si es que es una no gana para sorpresas de última hora) y que me juego la auditoria con unas cuantas no conformidades por no tenerla a punto. Joder que parece que la auditoria es mía en lugar de la empresa. Y ahí que me han llovido chuzos de punta y que si no consigo objetivos esto, que si no se pasa auditoria lo otro...
Vamos un primor, un encanto poder volver a currar con esa alegría de ser bien acogid

a con la pregunta en los labios ¿ya estás recuperada? y yo pensando para mí misma: definitivamente soy gilipollas por querer hacer las cosas bien.
Así que dadas las circuntancias tengo que currar este fin de semana, sí habeis leído bien, me he transtornado rematadamente con la fiebre y deliro intentando sacar la auditoria adelante currando este puente como una loca e intentando librar el domingo por aquello de no quemar en exceso la últimas neuronas que me quedan. Sí aquellas que han dejado los virus intactas en el cerebro y que me estan sirviendo para reflexionar cuál es la lección de todo esto. No tengo claro si lo que tengo que hacer es aprender a decir no, a ser menos responsable, a delegar más mi trabajo, a pasar de todo o todo lo anterior.
En fin, creo que tengo que volver a Hospital Central que me han dicho que hay un psicólogo muy guapo que con cuatro palabras arregla situaciones de lo más complejas. ¡oye! a ver si lo veo por el plató y saludo a los virus que al final de esta historia me están resultando hasta majos, con la de pestes que he echado de ellos....
Amigos, amigas, no penseis que me he olvidado de vosotras, no estoy ausente por gusto ni por disgusto. Simplemente me he ido a la porra, primando lo urgente a lo importante, dejando a un lado lo que más quiero para sacar objetivos de empresa (y parte de mi bolsillo para el año que viene...) ¡qué perra vida! (con permiso de Zuri y Baku).